Foto: Colonia, Uruguay, 2016. Nora Spatola |
Puede ocurrir que, en ocasiones particulares de la vida, alguien nos diga o recomiende: “tenés que hacer el duelo”. ¿Qué quiere decir esto o cómo lo pensamos desde el Psicoanálisis a partir de su fundador Sigmund Freud?
El trabajo del duelo
Se dice que, ante una pérdida, es necesario atravesar el proceso o trabajo de duelo. En principio vale explicitar que duelo remite a dolor. Y en este contexto se trata de elaborar el dolor por lo perdido, ya sea por una persona amada, un vínculo preciado, un ideal, un objeto muy valorado o algo con lo que se ha entramado una relación afectiva o trascendente cuya pérdida implica una conmoción o dolor ineludible.
Por ello el esfuerzo, el costoso trabajo, será poder dar lugar a esa pérdida y a los sentimientos que ello pueda ocasionar: tristeza, extrañamiento, incertidumbre, sensación de vacío, desgano. Durante el tiempo del duelo se produce cierta inhibición respecto de otros intereses o relaciones, ya que la libido (energía vital, deseo sexual, impulso y raíz de las vastas manifestaciones psíquicas) se retrae y queda abocada a dicha labor del duelo. Claro que no resulta un proceso grato de atravesar, pero también es parte de la vida y se condice con la importancia que ha tenido la persona, el ideal u objeto perdido. El trabajo de duelo implicará poder entender qué se perdió, qué significa para cada uno esa pérdida. Implicará poder encontrarse con esa ausencia que la realidad nos muestra, sabiendo también que hay otras vivencias que puede ofrecernos esta realidad. Será necesario desligar una a una las satisfacciones que lo perdido otorgaba, dando el tiempo necesario para eso y para la llegada de otras posibles satisfacciones. Si estas condiciones se van cumpliendo a un tiempo razonable, podrá decirse que el proceso de duelo se desarrolla saludablemente.
La Melancolía
También puede darse lo que llamamos melancolía o duelo patológico, que puede ocurrir a personas con alguna predisposición de su estructura psíquica y narcisista, cuando no se puede reconocer qué se ha perdido con la pérdida. Se produce una identificación del Yo con el objeto perdido entrando en conflicto por la ambivalencia amor-odio frente al objeto, como un modo patológico de reacción que niega la pérdida. Debido a este complejo mecanismo, la instancia psíquica del Yo pasa a ser tratada como objeto pero recibiendo auto-reproche y menosprecio por no ser el objeto amado.
Elaborar el duelo
Para transitar el trabajo del duelo es importante dar el tiempo que ayude a procesar la pérdida y ser paciente para atravesarlo. El modo de desprenderse de lo querido responde a características particulares en cada persona: entendiendo este despegue en lo cotidiano, al notar la ausencia en cada lugar y momento, viviéndola en el cuerpo y aceptando la realidad. Pero también haciendo propias las experiencias y aprendizajes compartidos, dejando que los recuerdos se amalgamen en la memoria que forja identidad. Enriqueciendo la vida con lo vivido. Y dando lugar a la elaboración necesaria que habilite a seguir con lo que se tiene y con lo que es posible construir.
Lic. Nora C. Spatola
Psicóloga UBA
M.Nº 32038